Por un sendero desconocido se
aventuró a hundirse un joven hipocampo. Entre saltitos llegaba al fondo del
coral y desaparecía entre el pentagrama marino. De vez en cuando visitaba las
ruinas antiguas del castillo del rey de las medusas, así podía recorrer
galaxias en unos cuantos días.
La conquista de los enigmas era
un reto ciego, que penetraba en la mente
del hipocampo. Sus ojos se acostumbraron a ver entre la oscuridad del océano.
Un día de navegación nocturna descubrió un portal secreto, entre las algas se
hallaban justo a 55 leguas del castillo medusa.
La primera vez que entró cambió
por completo su panorama. Nadando junto a las tortugas en plena danza cayó a
las algas, sentía una caída una extraña huida del espacio líquido. Así pasó
algunas horas en un estado de plasma recorriendo colores a cada hora, buscando
llegar al límite del abismo entre dimensiones descubrir la simetría del círculo.
El silencio se va lentamente y
llega el pánico, no había más agua y se ahogaba, gritaba y nadie sabía que
lenguaje hablaba, los colores se fueron, el azul desapareció, estaba en un
cosmos desierto, perdido en plena selva de agujeros negros, ya no podía danzar.
Recorrió lentamente el camino,
buscando el litoral nebular, había dejado atrás el agua y para refrescarse comenzó
a llorar, fue un proceso salado aprender a moverse en la plataforma no caer en
los hoyos y a pesar de todo sonreírle a las órbitas.
Llegando a la frontera del péndulo
encontró una anémona de fruta marina, un magnifico oasis en medio del tenebroso
desierto. Era hora de pintar un nuevo milenio y empezó a florecer a su lado
estrellas con pétalos de esperanza, hermosos colores que solo se veían en
octubre.
Navego entre las estrellas
descubriendo a cada paso cometas brillantes, pasaron algunos días o noches o
tal vez milenios, recorriendo el espacio. Marino tripulante chispeante
aventurero. Una vez cuando dormía en un Partenón lunar, soñó con su arrecife y
extraño las burbujas y su dulce canto sinfonía de sirenas.
Recorrió de nuevo el sendero
hasta llegar al punto exacto donde apareció en el cosmos, distinguió una
constelación equilátera y se coloco justo en el vértice. Chispeante viajo a la dimensión
marina, entre la profundidad de la tierra y su reflejo azul turquesa. Llegando
a casa trazo un mapa con los próximos destinos a los que viajaría ahora esta exhausto
por tanto bailar, se recuesta en una casa de perlas mientras come lentamente
una fruta de mar.
Suki Mars
Oct 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario