Maremoto de agua oscura
Después gastar mis últimas monedas en aquella ruleta de falsa felicidad,
llego al caos y al frío, donde ya no está mi corazón, te extraño y aún no te
conozco, tanta distancia me enferma de melancolía y salgo en la noche
acompañando al destino, que se porta como un ángel al principio y en un segundo
cambia mi cara por una mueca de lagrimas.
Odio llorar después de ver el éxtasis del arcoíris, me lastima cada
palabra que atraviesa los pedazos rotos de mi alma, y aún después de vencer
aquel abismo donde se esconde la conocida más vieja llamada soledad, se quedan
en el subterráneo mis esperanzas.
Parece que no estoy
preparada para seguir un minuto aquí, el horizonte me espera paciente a que me
escape de esta agua turbia, el miedo me carcome la piel y me asusta la
desesperación de no encontrar a mi otro cuerpo, perdido entre las nebulosas, tan
difícil de encontrar entre la caótica urbanidad de los sentidos, es momento de
dejar todo atrás y viajar sin acompañantes.
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